Este artículo fue escrito por Andre Pereira, analista de contabilidad de coberturas y David Wiggins, jefe del equipo de especialistas en proceso de trabajo de Bloomberg.
Nuestros clientes a menudo nos preguntan cómo aprovechar más los datos prospectivos en sus procesos de tesorería. Un ejemplo práctico se relaciona con el análisis de crédito de las contrapartes, en que muchos nos dicen que su proceso actual depende principalmente de las calificaciones crediticias y el análisis de los estados financieros de una empresa. Si bien las calificaciones crediticias son una parte fundamental de la historia, también son análisis de tipo “mirada de retrovisor” y un ejemplo perfecto de un conjunto de datos que los tesoreros están buscando complementar con datos prospectivos proviene de los modelos de crédito, los CDS, las opiniones de consenso, etc.
El potencial para esto es atractivo, pero hay desafíos inminentes para dicha iniciativa.
Fragmentación de los componentes tecnológicos
Uno de los principales obstáculos que enfrentan los tesoreros corporativos es la fragmentación actual de sus componentes tecnológicos. Tal es la combinación actual de aplicaciones internas y de proveedores externos, de fuentes de datos y procesos manuales. La empresa consultora BCG, en su estudio sobre tesorería digital, destaca “los datos fragmentados y el panorama de TI” como uno de los tres desafíos más críticos para la digitalización. En sus palabras, “el personal de tesorería a menudo tiene que alternar entre múltiples sistemas para obtener la información necesaria, esfuerzos que consumen tiempo, costo y trabajo manual. La falta de integración también significa que la funcionalidad como la previsión del flujo de caja o la valoración a menudo tiene que ser replicada en diferentes sistemas, lo que puede crear desafíos en conciliación de datos y riesgos operativos“.
Esto aparentemente ha sido confirmado por las opiniones de PwC también. Ellos plantean los siguientes desafíos en cuanto a tecnología de riesgo financiero:
“Actividades comerciales manuales [con] múltiples transferencias que crean procesos de riesgo ineficientes que requieren mucho trabajo;
Mala calidad de datos [que conlleva] a resultados inexactos, escasa precisión y monitoreo de riesgos;
Datos desconectados: [la obtención de datos punto a punto con pocas fuentes de oro y la incapacidad de hacer uniones de datos en múltiples dominios, lo que hace dificil proporcionar un monitoreo integral de riesgos;
Analíticos de riesgo: múltiples plataformas, realizados dentro de los silos de datos y
Sistemas segregados: capacidades duplicadas en todas las áreas funcionales que conducen a un complejo panorama de TI, lo que limita la capacidad de cambio, colaboración e innovación”.
Esto es importante, dado que son los departamentos de tesorería los que tienen la responsabilidad financiera y operativa de diseñar, configurar y mantener todos los diferentes puntos de integración. Esta fragmentación puede dar lugar a altos costos de mantener múltiples bases de datos, integrarlas y conciliarlas. En el pasado, esto llevó a muchos departamentos de tesorería corporativa a optar por sistemas “todo en uno” en lugar de combinar “los mejores del mercado”. Pero en última instancia, la conveniencia de un solo sistema se volvió más importante que alcanzar el nivel deseado de sofisticación y precisión.
Dada la rápida evolución del entorno regulatorio y tecnofinanciero, es difícil prever que un sistema podrá tanto sobresalir como evolucionar rápidamente en todas las actividades necesarias.
Entrega de aplicaciones: base de datos, motor e interfaz
Otro desafío clave está asociado con la forma en que se desarrolla y entrega una aplicación al usuario final. A riesgo de simplificar demasiado, podríamos definir una aplicación como un programa informático que contiene tres elementos: una base de datos, un motor y una interfaz.
Una base de datos es el depósito para datos del mercado e información de trades, por ejemplo. El motor es el propósito de esa aplicación, un determinado cálculo donde se transforman los datos. Y la interfaz, directa o indirecta, es cómo el usuario interactúa con la aplicación, cargando datos o solicitando un cálculo. Un ejemplo de todos estos elementos trabajando juntos podría ser una herramienta para los derivados de valor razonable.
Es tan común que ni siquiera pensamos en ellos como sus componentes, y tampoco compraríamos una aplicación que ofreciera solo uno o dos de ellos. Sin embargo, son extremadamente difíciles de descomponer. Ofrecen terminales limitadas y predefinidas o elementos de interacción, de modo que esas aplicaciones puedan integrarse con otros sistemas. Por ejemplo, un cargador para poblar la base de datos y un archivo .csv que contenga los resultados generados por la aplicación.
Estos son dos ejemplos muy diferentes, pero ambos podrían crear obstáculos para una transición fluida hacia la digitalización del proceso general. Y definitivamente ambos han estado en las mentes del tesorero. Pero “con tantos elementos escenciales de que preocuparse durante la última década, pocas tesorerías han tenido el tiempo o recursos para invertir en asuntos estratégicos”, señala BCG.
Y agrega: “pero ahora que los mercados se están estabilizando en gran medida y muchas reformas regulatorias se han completado, las tesorerías tienen la oportunidad de recuperar el tiempo perdido y utilizar la digitalización para desbloquear un valor significativo a largo plazo”.
La Tesorería 4.0 podrá ofrecer lo mejor de ambos mundos. Por una parte, se centrará en el desacoplamiento y modularización de las ofertas tecnológicas. Pero por otro lado, ofrecerá soluciones para integrar a la perfección esas ofertas, de modo que puedan comunicarse en tiempo real.
Vamos a revelar una de las posibles aplicaciones de este nuevo paradigma.
Un ejemplo lineal muy simple sería la capacidad de visualizar en la pantalla de una aplicación proporcionada por el proveedor A, una valoración obtenida desde un motor proporcionado por el proveedor B; dicho motor mientras tanto realiza sus cálculos solicitando los datos de mercado necesarios a una base de datos proporcionada por el proveedor C. Ahora supongamos que la aplicación del proveedor A es el sistema donde almaceno toda mi información con respecto al portafolio de contratos a plazo. Pero esta aplicación no tiene la capacidad de entregar el valor razonable de esos contratos. Se necesitaría adquirir un nuevo sistema y esto normalmente requeriría el trabajo adicional de llenar el almacén de datos de ese sistema y su conciliación regular. Pero, particularmente con la llegada de las API, se puede realizar una solicitud de valoración entre los sistemas proporcionados por los proveedores A y B, y también se envía información simultánea sobre el trade. Del mismo modo, el motor proporcionado por nuestro proveedor B no almacenará ninguna información sobre datos del mercado; solo se comunicará con la base de datos proporcionada por el proveedor C, y cuando se realice una solicitud de valoración. Esta es una manera muy eficiente de interactuar con los tres proveedores:
No se requiere mantener datos del mercado o valoraciones innecesarias en la aplicación del proveedor A
No se requiere mantener una base de datos en absoluto con nuestro proveedor B
No se necesita solicitar datos de mercado innecesarios al proveedor C
Y usted no necesita preocuparse por las interfaces visuales de B o C; nuestra interacción se limitaría a las solicitudes webAPI
Por lo tanto, una conclusión sería, independientemente de los desafíos, el proceso de digitalización está bien encaminado. Jane Thier, de CFO Dive, una publicación en línea especializada, señala que “el 73% de los directores de finanzas dice que están reestructurando su división con la última tecnología”. La principal razón de esto es que muchos creen que “los datos necesarios están atrapados en los sistemas u organizados manualmente en hojas de cálculo, lo que les impide extraer información y valor”.
Esto coincide con las tendencias establecidas; Accenture -agrega Thier- afirma que el 60% de las tareas de finanzas tradicionales son automatizadas hoy en día, en promedio, y prevé que crecerá al 80% en cinco años”.
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