Este artículo fue escrito por Michael Mackenzie. Se publicó primero en la Terminal Bloomberg.
Cualquiera que revise sus cuentas de inversión en este momento probablemente quede en estado de shock, y luego piense en poner más dinero a trabajar.
Después de todo, la historia revela que los períodos de intenso temor en Wall Street son en última instancia buenas oportunidades de compra, un patrón que ha fomentado convenientemente a una generación de inversionistas preparados para “comprar la caída” durante las principales ventas masivas del mercado de renta variable y de crédito. Una de las caídas más memorables y de corta duración en los precios de los activos fue el mínimo pandémico de principios de 2020, y ese es un buen punto de partida para los inversionistas que intentan dar sentido a lo que aqueja a los mercados hoy en día.
El responsable de agitar la volatilidad del mercado y castigar a los precios de los activos no es difícil de detectar. Una avalancha de estímulo fiscal y monetario para calmar a los mercados que comenzó en 2020 ahora se está retirando a medida que los bancos centrales intentan contrarrestar el mayor ritmo de inflación que se ha registrado en cuatro décadas. El giro de la Reserva Federal de EE.UU. hacia una política más restrictiva ha sido drástico; este mes el banco central aplicó su primera subida de medio punto porcentual en 20 años. Y eso es solo el comienzo. En junio, la Fed comenzará a reducir su cartera de US$9 billones, que fue acumulada con la compra de bonos para ayudar a mantener bajas las tasas de interés.
La magnitud de las pérdidas en renta variable y bonos este año no debería sorprendernos, ¡no, de verdad!, dado que ambas clases de activos comenzaron el 2022 en niveles muy costosos. Debido al fuerte estímulo, tanto la renta variable como los bonos finalmente pagaran los costos en su futuro desempeño. Por lo tanto, un reseteo de los precios puede ser bienvenido, especialmente si usted es un inversionista joven que busca mejores rendimientos en el largo plazo. Pero no nos adelantemos. Wall Street es conocido por bajar el ascensor del mercado en varios niveles a la vez y verse muy barato antes de que un piso se haya establecido realmente.
Con la escalada de los rendimientos de los bonos, muchas áreas previamente populares de los mercados de renta variable y de crédito favorecidos por los traders minoristas – SPAC, cripto, acciones FAANGs, las acciones de meme, y los fondos de inversión ARK de Cathie Wood, por nombrar algunos – están significativamente más bajas este año debido a la inflación y el impacto de las tasas de interés.
Si bien las acciones de tecnología han recibido unos de los mayores golpes, las pérdidas de la renta variable se están ampliando. Desde su máximo histórico el 3 de enero, el índice S&P 500 había caído un 18% al 11 de mayo, cercano a la caída de 20% que se considera generalmente para definir un mercado bajista y casi igualando la caída de máximo a mínimo de cerca de un 20% observada en 2018, la última vez que la Fed elevó las tasas. Por supuesto, en ese entonces, la inflación estaba arrastrándose en torno al 2%. Entonces aquí aparece otro motivo de preocupación: Hasta la fecha, las acciones no han experimentado la misma volatilidad que ha sacudido al mercado de bonos, una señal de que las acciones aún no han tocado fondo.
En efecto, el mercado de bonos ha estado marcando el ritmo, en particular, el rendimiento de 10 años, que influye en los costos de endeudamiento para los propietarios de viviendas y empresas como una estrella polar. No solo los costos de endeudamiento para hogares y empresas a largo plazo están considerablemente más altos, sino que el argumento alcista de que poseer acciones es la única manera de ganar dinero también pierde su atractivo cuando los rendimientos de los bonos repentinamente se vuelven atractivos. Una pregunta apremiante es si la Fed considerará la duplicación en el rendimiento de 10 años este año, a más del 3%, como suficiente para frenar el popular mercado de viviendas y empleos. Hasta ahora, los precios no se están enfriando. En abril, el índice de precios al consumidor subió un 8,3% en comparación con un año antes.
La Fed está tratando de diseñar un aterrizaje suave que mantenga el ritmo de la expansión, con un daño mínimo en el mercado laboral, con la esperanza de que la inflación se estabilice una vez que se resuelvan los problemas de la cadena de suministro mundial. La capacidad del banco central de lograr este resultado de “Ricitos de oro” depende de la rapidez con que la inflación alcance su punto máximo, la trayectoria de su descenso y las consecuentes repercusiones para la economía, todos eventos muy inciertos, para decirlo sutilmente.
Un argumento en juego es que el endurecimiento de las condiciones financieras para una economía altamente endeudada inevitablemente ralentizará el crecimiento, como lo hicieron a fines de 2018, y por lo tanto, detendrá una tendencia al alza en los rendimientos del Tesoro. Otro factor que contribuye también a un “pánico del crecimiento” esta vez es la posibilidad de que la inflación de alimentos y energía disminuyan el gasto de los consumidores. Ese resultado podría reducir las tasas de interés a largo plazo y favorecer la compra en la caída en renta variable y crédito.
Pero la inflación podría quedarse por más tiempo, en parte debido a los elevados alquileres por la gran demanda en el mercado inmobiliario de EE.UU., y mantener a los inversionistas (y la economía) preocupados. “La inflación no es transitoria”, dijo Rob Arnott, fundador de Research Affiliates, un administrador de activos global. “Este banco central se encuentra ahora en una trayectoria para poner fin a la expansión económica”.
En esas condiciones, las acciones de dividendos son los valores que se recomiendan, escribió Gargi Chaudhuri, jefe de estrategia de inversión de iShares para América en BlackRock Inc., en un reciente artículo. Tales acciones, dijo, son “una fuente alternativa de calidad que ofrece un rendimiento superior en el mercado amplio, un rendimiento atractivo para los ingresos y una exposición diversificada a sectores que se benefician del actual régimen macro de alta inflación y desaceleración del crecimiento, incluyendo salud, servicios públicos y energía”.
Una conclusión de la actividad del volátil mercado es el escepticismo de que la Fed y otros bancos centrales puedan concretar ese aterrizaje suave. Otro factor que perturba la percepción de los inversionistas es un quiebre fundamental con el pasado. Es decir, una Fed forzada a seguir pisando los frenos monetarios hasta que se sobrecargue la inflación o la economía. Una generación de inversionistas condicionados a comprar la caída podría tener que adaptarse a no tener al banco central de su lado. Después de años de ignorar los elevados precios de los activos cuando la inflación del consumidor estaba adormecida, la Fed parece tener un nuevo plan de juego: ignorar los precios decrecientes de los activos porque ese es el precio requerido para endurecer las condiciones financieras y reducir la inflación.
Entonces, ¿cómo deberían los inversionistas transitar por uno de los períodos más desafiantes en décadas, particularmente cuando el reseteo en los mercados este año no impide la amenaza de un ajuste de cuentas aún mayor?
“Es extremadamente difícil predecir lo que sucederá mañana, la próxima semana o el próximo trimestre”, señaló David Giroux, jefe de estrategia de inversión de T. Rowe Price Investment Management. “Lo que he descubierto es que las correcciones del mercado como hemos visto este año son oportunidades de compra para los próximos tres a cinco años”. Si los mercados de renta variable y bonos toman el ascensor hacia abajo a partir de aquí, dijo Giroux, los administradores de T. Rowe Price pondrán más dinero a trabajar porque “se sentirán mejor con los rendimientos a futuro que hoy en día”.
The post Ya que terminó la fiesta de las inversiones, ahora los mercados vuelven a tener sentido appeared first on Servicio Bloomberg Professional.